Rem Koolhaas, cofundador de Office for Metropolitan Architecture (OMA), galardonado con el Premio Pritzker en el año 2000 y destacado teórico del urbanismo, fue uno de los primeros en cuestionar el fenómeno de los rascacielos y su influencia en la transformación de las ciudades. Particularmente intrigado por la región del Golfo y las ambiciones urbanas de esta zona, en 2009, durante la 9ª edición de la Bienal de Sharjah, pronunció una conferencia sobre el potencial de reinvención de la urbanización en los Emiratos.
Con motivo de las bodas de oro de los EAU, que marcan los 50 años de la fundación de los Emiratos en 1971, 50U, publicado por Archis, explora los diferentes desarrollos en el Golfo, esta región que "ha sido testigo de la transformación de una comunidad en parte nómada y en parte urbana en una sociedad metropolitana globalmente activa". Tras Al Manakh, en 2007, seguido en 2010 por Al Manakh Cont'd, 50U cuenta la historia de los EAU a través de 50 retratos de personas, plantas y lugares. El libro también comparte un extracto de la charla de Koolhaas del año 2009, que reflexiona sobre las condiciones contemporáneas, centrándose específicamente en su lectura de Dubai, su implicación arquitectónica, así como sus futuras predicciones urbanas.
La siguiente es una versión abreviada de la conferencia de Rem Koolhaas, pronunciada el 17 de marzo de 2009, en la que habló del fenómeno de los rascacielos y del potencial de los EAU para reinventar la urbanización.
Vine aquí por primera vez en 2004. Nos pidieron que hiciéramos un edificio importante en el sitio que está marcado por la bandera. Entonces, hace dos años fue el momento exacto... Me puse cada vez más nervioso sobre la misión de la arquitectura y los usos de la arquitectura. Y realmente me volví casi desesperado... que la increíble presión de la economía de mercado estaba forzando a la propia arquitectura a condiciones cada vez más extravagantes. Aparentemente, Dubai parecía ser el epicentro de esa extravagancia. Así que vine con sentimientos profundamente ambivalentes. Parecía como si la idea de la ciudad y de la propia metrópolis se hubiera convertido casi en una caricatura, no en una entidad coherente, sino en un mosaico de parques temáticos. Y esos temas se convirtieran en personajes falsos y cada vez más extraños que quizá fueran en parte míticos y en parte reales.
Mi primer intento de construcción en Dubai consistió en utilizar Dubai, en utilizar sus expectativas de absurdo y en ir en contra de ellas, para proponer un edificio muy simple, singular y puro, realmente un nuevo comienzo. El edificio Renaissance tiene 200 metros de ancho y 300 de alto. Parecía absurdo que la era del icono o la era de la arquitectura cada vez más extraña se acabara.
Mi teoría o expectativa era que el edificio funcionaría especialmente bien en el contexto de Dubai, porque podría contar con el contexto de contraste de las otras diferencias para lograr su belleza prístina, y al mismo tiempo la excentricidad, tal vez, y, por lo tanto, expresar su importancia fuerte y clara - una nueva declaración en un momento extraño en la arquitectura.
Entonces, esto fue hace cuatro años.
Hace dos años publicamos un libro, Al Manakh, sobre Dubai y toda la región del Golfo, porque, como en esta conferencia, Dubai es una metáfora de la región del Golfo en su conjunto. Simplemente, decidimos mirar y comprometernos con el mundo árabe; hablar con el mundo árabe y comprender algunos de los análisis más superficiales, o algunos de los más comunes, de Occidente sobre Dubai.
No hay persona más elocuente sobre la maldad de Dubai que Mark Davis. Su libro Evil Paradises, que trata en parte de Dubai, se publicó más o menos simultáneamente con Al Manakh. En su ensayo, describe a Dubái, como probablemente sepas, como una pesadilla, donde "Walt Disney se encuentra con Albert Speer en las costas de Arabia". Es este tipo de lectura superficial de la posibilidad de Dubai, la que hemos intentado contradecir cada vez más. En ese sentido, nos encontramos realmente en una posición bastante extraña de alguien que, por supuesto, no es árabe, que no tiene grandes lealtades árabes, y que, sin embargo, está argumentando contra algunas de las que considero interpretaciones peligrosamente superficiales de un fenómeno inmediatamente ambiguo y multifacético, tanto en el buen sentido como en el malo, de Dubai.
Mi implicación en el Golfo fue, en cierto modo, una serie de fracasos, o una serie de esfuerzos, que quizá fueron un poco prematuros. Una de las siguientes cosas en las que trabajamos después del Renacimiento, fue estudiar la idea de la preservación en Dubai. Parece una palabra loca. ¿Cómo se puede hablar de conservación en una ciudad que apenas tiene más de treinta años? Pero, por ejemplo, es evidente que las viviendas originales de los trabajadores iban a ser trasladadas en algún momento. Hasta cierto punto, estaban en mal estado. Nada muy extravagante o especial, en términos de arquitectura, pero sí en el sentido de un entorno árabe interesante y de trabajo, muy significativo, y totalmente en contradicción con el trabajo glamuroso asociado a Dubai.
Buscamos la forma de mantener este tipo de Dubai. Lo que hicimos fue ver cómo se podía trabajar simplemente en los parches antiguos, hacer tipos de desarrollos relativamente discretos allí, y a cambio de eso tratar de mantener esa textura íntima y única que había. Pero, de nuevo, calculamos mal. Nos hemos adelantado un poco. Siempre hay expatriados y consultores dispuestos a hacer lo necesario para realizar los cambios que parecen inevitables, y ese era el caso. Así que, en octubre del 2008, descubrimos en la feria inmobiliaria que nuestro solar había sido radicalmente arrasado para dejar espacio a este proyecto: un extraño rascacielos de tres partes, increíblemente alto. El intento de mantener esa parte de Dubai fue un error.
Como parte de nuestra lectura, lo que me ha fascinado -sobre Dubai- es lo dominante que es nuestra lectura de ella. Con "nuestra" me refiero a Occidente. Dubai ocurrió; nosotros participamos en su construcción. Fuimos cómplices de su extravagancia. Pero también fuimos los primeros en denunciar su absurdo. Lo que me temo ahora, una vez que hemos declarado el "fin del juego", es que también seremos los primeros en decirle a Dubai que ya no sea ella misma, en decirle a Dubai que se ha acabado, y en declarar prematuramente el fin, no solo de un experimento, sino también de un verdadero cambio cultural que ha estado teniendo lugar en y debajo de todo esto, uno que todavía merece llegar a sus propias conclusiones. Creo que es un poco extraño citar a Anna Wintour, editora de Vogue, en este contexto, como si fuera una pensadora política, pero no deja de ser significativo que Nueva York mire ahora a Dubai como la definición de lo que ya no se puede hacer. Y realmente animo a todos los presentes en la sala a que no den demasiada importancia a este tipo de material, sino a lo que Dubai pueda llegar a ofrecernos.
Tal vez una de las cosas más significativas que podemos hacer es mirar a Dubai muy de cerca, más allá del bombo y la exageración, y tal vez entonces identificar un cierto tipo de belleza que está presente aquí. Desafío a cualquiera a que defina todas las fuentes de este trabajo, pero al mismo tiempo a que vea que definitivamente hay una estética en funcionamiento, que tal vez no podamos abrazar, pero que, sin embargo, tenemos que tomar en serio.
